Lo que observamos el viernes por la noche en el Gigante fue un cambio de actitud interesante y un conjunto que por momentos jugó bien al fútbol y por momentos jugó al ascenso, y este último punto deberá ser siempre el común denominador.
Las dos semanas anteriores al partido la disyuntiva fue siempre la misma: si jugar con doble cinco o no. El entrenador -no muy convencido- apostó a cambiar el sistema y dejar de lado el venía empleando: jugar con dos volantes de contención.
Ahora bien: A mi criterio, eligió mal a quién sacar; el que debería haber salido con el cambio de esquema era Alderete y no Mozzo, que es mucho más combativo que su compañero. Pero la suerte de Pizzi fue mala suerte para Alderete, que se lesionó e hizo ingresar al jugador uruguayo. Con ese cambio obligado se reacomodó el medio, se luchó más en la mitad de cancha y se pudo lograr el objetivo. Pero no sólo fue esa la equivocación del entrenador, sino de haberlo dejado muy solo a Rivarola y que tuviese muchos problemas tanto defendiendo como atacando. En el segundo tiempo se avivó, lo puso a Gómez un poco más adelante y se resolvió el problema. Ahora la pregunta es ¿qué influencia tuvo el técnico? Casi nula, porque otra hubiese sido la historia con Reinaldo Andrés en lugar de Julio. La reacción, entonces, fue de los jugadores. Ahora se complica todo aún más. Ni uno ni el otro para el próximo partido, gran inconveniente. La otra pregunta que surge es a quienes colocará y que sistema utilizará. Por lo tanto es una semana para la polémica, y espero que el DT acierte una vez.
Fernando González
Periodista
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