lunes, 31 de octubre de 2011

Piloto automático


Lo que observamos el viernes por la noche en el Gigante fue un cambio de actitud interesante y un conjunto que por momentos jugó bien al fútbol y por momentos jugó al ascenso, y este último punto deberá ser siempre el común denominador.

Las dos semanas anteriores al partido la disyuntiva fue siempre la misma: si jugar con doble cinco o no. El entrenador -no muy convencido- apostó a cambiar el sistema y dejar de lado el venía empleando: jugar con dos volantes de contención.

Ahora bien: A mi criterio, eligió mal a quién sacar; el que debería haber salido con el cambio de esquema era Alderete y no Mozzo, que es mucho más combativo que su compañero. Pero la suerte de Pizzi fue mala suerte para Alderete, que se lesionó e hizo ingresar al jugador uruguayo. Con ese cambio obligado se reacomodó el medio, se luchó más en la mitad de cancha y se pudo lograr el objetivo. Pero no sólo fue esa la equivocación del entrenador, sino de haberlo dejado muy solo a Rivarola y que tuviese muchos problemas tanto defendiendo como atacando. En el segundo tiempo se avivó, lo puso a Gómez un poco más adelante y se resolvió el problema. Ahora la pregunta es ¿qué influencia tuvo el técnico? Casi nula, porque otra hubiese sido la historia con Reinaldo Andrés en lugar de Julio. La reacción, entonces, fue de los jugadores. Ahora se complica todo aún más. Ni uno ni el otro para el próximo partido, gran inconveniente. La otra pregunta que surge es a quienes colocará y que sistema utilizará. Por lo tanto es una semana para la polémica, y espero que el DT acierte una vez.

Fernando González

Periodista

domingo, 30 de octubre de 2011

La misma receta para un plato diferente.

Hace un largo tiempo atrás, Patricio Pron, literato argentino, comentaba que los choripaneros de las inmediaciones del Gigante le confiaban que cuando Central perdía, se vendía algo, pero cuando ganaba, se podían poner hasta tachuelas entre los panes con la seguridad de que iban a ser engullidas con gusto. También podría decirles que los fideos con manteca que hemos comido como un manjar celestial cuando éramos niños no sabía delicioso porque lo eran, sino por el esmero con que eran preparados.
Algo de eso hubo el viernes por la noche.
Porque la receta de Central fue la misma que la de todo el torneo. Tocar -de ser posible, a un toque-, traslados mínimos, y shotear cuando se encuentra el hueco. La diferencia estuvo en que se atacó desde la propia salida, ya que Lequi enterró la añoranza por las trepadas desde la cueva con pelota dominada alla Raldes, se remató desde fuera (¿cuándo rebotará en el palo hacia dentro o hacia un jugador propio?), y hasta podría decirse que los puntos más flojos del equipo tuvieron rendimientos rescatables, sea por abrir el marcador, sea por participar en los otros dos goles.
¿Tanta diferencia hubo en la propuesta de los partidos anteriores a éste? No. Quizá todo radique en que hubo paciencia dentro y fuera de la cancha -en ningún momento se pensó en hacer el segundo antes que el primero, como tantas veces en estos dos años- y en un poco más de entrega. Cuando los que saben con el balón se muestran y la piden, el fútbol gana más allá de los intérpretes, ya que posee buenas intenciones donde cimentarse.
Así se jugó todo el torneo. No siempre se estará tan preciso en los últimos metros; como contrapartida, esperamos que se solucionen detalles no menores (los claros a espaldas de Ferrari, los creativos que juegan a las escondidas, asistentes que se mimetizan con los marcadores) para neutralizar lo que pueda hacer todo rival que se enfrente a este Central que sigue con la misma receta de siempre.
Sólo que esta vez, nos fuimos con un gusto a rico.
Carlos Gustavo.
Fotos: Mark-C

domingo, 23 de octubre de 2011

Entrenador sin reacción.


Es cierto que cuando hay un tiempo algo prolongado entre fecha y fecha, un equipo a través de su entrenador busca mejorar o cambiar diferentes problemas que existan en lo individual y en lo colectivo. Pizzi, que cambia y cambia para que nada cambie, hizo jugar dos pseudos partidos amistosos para que lo jugadores no se aburran y no se dediquen a otra cosa. Dicen que jugar dos partidos por semana es agotador, pero no entiendo como jugaron dos partidos en dos días seguidos; o es verso lo anterior, -digo, que que se cansan-, o los partidos amistosos efectuados no sirven para nada y es una burla a los rivales. Pretender cambiar o mejorar con equipos de la liga rosarina, con todo respeto lo digo, y sacar conclusiones, es un despropósito. Sólo sirve para que se lesionen jugadores o, como les dije antes, para entretenerlos. Me preocupa la falta de reacción el entrenador, porque dentro de algunos días, Ferro visitará el Gigante, el cuál es un equipo en pleno crecimiento y muy entrenado físicamente que no harán de partener como lo hicieron los equipos la semana pasada, pero no se trabaja en eso. Y eso me preocupa. Pasará una semana cambiando y cambiando, si están medio como...desocupados, les digo que cerca de mi casa hay un equipo de chicos entre 11 y 12 años...después de las 18:00 hs. tienen tiempo para hacerles un partido amistoso a Pizzi...eso sí Juan...trabajá a puertas cerradas, no va ser cosa que los pibitos en cinco minutos descubran tu táctica o peor, que ustedes no sepan contrarrestarlos.

Fernando González
Periodista

domingo, 16 de octubre de 2011

Entrenador en problemas 3: cambia para que nada cambie.


Les puedo decir que hasta a mí me cansa estar escribiendo casi siempre lo mismo cada vez que termina un partido, pero me da la sensación que mucha gente no entiende de que les hablo.
Es cierto que son los jugadores quienes deben resolver los problemas dentro del campo, pero si desde el banco no llega un mensaje claro el inconveniente crece. El entrenador, que ya agotó sus pocos conocimientos al frente del plantel, hace cambios por doquier, y eso es lo peor que les puede pasar a los futbolistas; porque no tienen confianza, porque juegan con la presión que ante el primer error salen de la cancha y hasta "desaparecen" por un tiempo y jamás se puede lograr un equipo sólido, homogéneo con pequeñas sociedades dentro de campo (frase de Menotti). Todo esto, sumado a la falta de jerarquía de los jugadores y de la incapacidad vuelta a poner de manifiesto por el Presidente y su ladero el manager hacen que cada partido sea un verdadero dolor de cabeza. Podría ir contra los jugadores, pero a mi criterio el problema mayor está en el DT, quién no encuentra el rumbo, y que con su confusión confunde aún más a los jugadores. Basta de Pizzi antes de que sea tarde.
Y me dejan decirles algo sin que nadie se moleste: soy pesimista para el futuro. Ojalá me equivoque.

Fernando González
Periodista

jueves, 13 de octubre de 2011

Lo que dejó el arranque.

             Pese a que el torneo comenzó hace 11 días, para Rosario Central puede decirse que recién con la chicharra luego del partido ante Argentino de Junín arrancó el torneo.

             Plantel, Cuerpo Técnico, Directivos y todo el entorno reconocen que la falta de partidos influyó en el equipo; si hay alguna duda, basta con chequear el partido televisado ante El Nacional de Monte Hermoso, donde, si bien se jugó ante un candidato al ascenso, faltó cierre en un partido donde se ganaba por 10 puntos. Ni hablar de la derrota por 15 puntos ante Bragado en el Cruce, en lo que fue la peor derrota de local de los últimos 9 años de liga.

             Todo cambió ante Argentino, y parece que ese será el Central que se pretende: versatilidad (se tiró, se penetró y se jugó físico cuando hubo que hacerlo) en ataque, intensidad (siempre dentro de la lealtad deportiva) y rotación de nombres y esquemas.

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              Veremos si el espejismo fue el partido con Bragado o el triunfazo ante los “morochos” de Junín. Ya se sabe qué puede lograr cuando estén listos y cuánto le falta a este equipo para ello.

Agustín Carnovale, explosión y sorpresa:

Bruno Mártire, figura en los dos tableros:

martes, 11 de octubre de 2011

Entrenador en problemas 2 : la decadencia continúa


Esta nota editorial debería ser la continuación de la anterior o casi una copia, ya que se han producido nuevos problemas. Pero mientras Central se aleja de los punteros -se alejará aún más- y se hunde en la tabla de posiciones, el entrenador con su gran confusión confunde aún más a sus jugadores y el objetivo se aleja prematuramente.
La semana pasada, fundamentalmente frente a Almirante, mostraba una alarmante falta de juego y sólo eran pelotazos sin sentido lo que hacía el equipo, y fue eso lo que más critiqué. Claro, después del espanto en Mendoza -no lo comento porque no lo vi- urgía un cambio de sistema, de táctica, pero resultó más de lo mismo o -peor aún- otro gran error del entrenador. Siempre diremos que los que juegan son los jugadores, pero en algunos casos queda demostrado casi en forma inmediata lo que el técnico pretende.
Como con el pelotazo todo era espantoso, Pizzi decidió jugar por abajo; todo lindo por ahora, pero confundió tenencia de balón con juego de ataque. Jamás tuvo un cambio de ritmo, nunca colocó a un delantero mano a mano con el arquero visitante, y mucho menos se le cayó a alguna idea. A esa confusión habrá que agregarle que si la presencia de Carrizo es ya insostenible, la pregunta ahora es para qué lo puso a Rivero y para qué hace tantos cambios, de entrada y durante el partido. Eso sólo confunde a los jugadores, les mete presión y les da inseguridad. Los que les digo a continuación es menottismo en su máxima expresión: "tener la pelota si ser profundo no sirve para nada, en zona de distracción hay que hacer justamente eso, amagar por derecha e ingresar por izquierda, pero cuando se ingresa en la zona de creación, no se deberá transportar demasiado el balón, sino buscar algún compañero mejor ubicado y fundamentalmente hacer un cambio de ritmo y dejar una delantero frente al arquero contrario en clara situación de gol". Y lo que dice Menotti es cierto. Juan cambió el pelotazo por la tenencia, se hizo un equipo vertical, que nunca llegó y aburrió. En síntesis, cambió para que nada cambie; el entrenador está desbordado, no sabe que trole tomar. Se acerca otra vez la hora de hacer bien las cosas, algo deberá cambiar, y creo que pasa por el banco.
Fernando González
Periodista

lunes, 3 de octubre de 2011

Entrenador en problemas.


En notas anteriores les advertía que el juego de Central no era para alarmarse, siempre y cuando no se extienda en el tiempo, que en definiva es lo que está sucediendo, dónde cada partido juega peor y comienza a preocupar al socio canalla de que se repita la horrible experiencia del torneo anterior que el agua suba y quede casi asfixiado.

Los errores no sólo que se repiten, sino lo que es peor: ocurren nuevos errores y eso es lo llamativo. Vamos por parte: del arquerito no podemos hablar; en dos partidos nunca le patearon los rivales. En la defensa lo único que se puede utilizar como excusa son las ausencias de Talamonti y Lequi, porque sus reemplazantes dejaron de ser fiables. Y en el medio es el inconveniente. El entrenador armó un equipo desde Mozzo y Alderete, en forma equivocada, ya que ellos deben ser los encargados de recuperar el balón, pero no los que deban transportar la pelota o de generar jugadas de riesgo. Cuando en este aspecto se falla, se mueve toda la estantería como el sábado frente a los de la "Fragatta". Falta generación de juego fundamentalmente, y Carrizo no está para eso. En realidad, es difícil saber para que está, por eso el juego se hace tedioso y los delanteros se aburren o deben bajar más que lo aconsejable.

Les hablaba de Pizzi, recuerden ustedes cuando les dije que al técnico centralista lo tenía en observación; bueno, ahora les digo que lo retiro de esa posición y lo coloco como RESPONSABLE ABSOLUTO del rendimiento de equipo. Podrán decirme que son los jugadores los que resuelven en la cancha, pero justamente allí es dónde aprecio los errores tácticos.

Uno de ellos es el doble cinco o mediocampista de recuperación. Es parte cierta y es parte para la gilada; que me habla de doble cinco si la mayoría de las veces Mozzo juega de lateral, ya sea izquierdo o derecho, si Alderete se para delante de los defensores cuando al equipo lo atacan, o que Ferrari está mas ocupado en preocuparse como rearmar el mediocampo que en proyectarse (eso sucede con el retroceso de Mozzo)., y peor aún los delanteros peleando la pelota cada vez mas lejos del área rival.

A los cinco minutos del primer tiempo, ya había observado que le iba a costar mucho el partido. Jugar al pelotazo no me gusta, pero es una manera si se prefiere, pero creo que es la última alternativa, cuando faltan pocos minutos para terminar, como medida extrema, pero jugar al pelotazo o a lo que salda desde los tres minutos es preocupante.

Si el juego no mejora, el entrenador durante el primer tiempo, debe mandar a todos los suplentes a calentar, haber si los adentro se asustan un poquito y mejoran, pero ni esa capacidad demostró el entrenador.

Otro tema será el de los jugadores que eligió como refuerzo, pero eso queda para más adelante.

Jugaron mal, muy mal, y lo vienen haciendo desde hace algunos encuentros y no cambia, sólo empeora.

Ahh…cuando les hable al principio de que el agua sube, recién cuando termino el partido de River y no ganó, fue el único momento que a Pizzi y los suyos les bajó un metro el agua, sino se ponía difícil.

Fernando González

Periodista


domingo, 2 de octubre de 2011

Marcus Morgan y el debut.

Desde Kenny Hammond, allá por mediados de la década del '80, que Rosario Central no contaba con un jugador estadounidense en su plantel.
Por reglamento, cada club del TNA debe contar con al menos un jugador foráneo. Esto es así desde el principio de la Liga Nacional y se hizo con el espíritu de aumentar el nivel de competencia.
A horitas nomás del debut ante Alianza Viedma, te traemos la presentación en sociedad de Marcus Morgan, alero de 1,98m, californiano, y primer estadounidense en vestir la auriazul en más de un cuarto de siglo.
- ¿Cómo te sentís en esta nueva etapa de tu carrera?
- Me siento bárbaro; me trataron bien apenas bajé del avión, no tengo ninguna queja. Estoy listo para jugar, listo para ganar. Es un gran equipo, con una gran organización.
- ¿Qué sabés acerca de la ciudad y del equipo?
- Sé que tanto el equipo de fútbol como el de básquet tienen una gran hinchada, que cuando vienen aquí son locos y salvajes… es un gran ambiente, que hacen que todo esto sea especial. Especial para mí y para la ciudad; he jugado en otros lugares, y puedo decir que ustedes tienen una gran afición.
- De acuerdo a tu experiencia anterior, ¿qué diferencias encontrás entre el básquet universitario de EE.UU. (que se juega con casi las mismas reglas) y como se juega en Argentina?
- El básquet que se juega aquí es un poco más físico; si bien con ello se pierden algunas cosas, de todos modos no encuentro grandes diferencias. Aquí hay un nivel mucho más alto, los jugadores son mucho más inteligentes dentro del campo, pero si tuviera que elegir sólo una cosa, diría que es mucho más físico.
- ¿Dirías que allá se respeta más el básquetbol argentino luego de haberle ganado al Dream Team en el mundial, en los juegos olímpicos, y haber ganado la medalla de oro en Atenas? ¿es más conocido el básquet argentino ahora?
- No es que se haya hecho conocido a partir de allí –que, dicho sea de paso, fueron grandes partidos - . El básquetbol argentino siempre fue respetado por los Estados Unidos, como así también su conocimiento e inteligencia para el juego. Tampoco creo que en aquellos partidos se lo haya menospreciado a Argentina; por el contrario, Argentina ganó por sí misma, lo que le brindó una mayor notoriedad para el público, que reconoció a Argentina también por su básquet y no sólo por el equipo de fútbol.
- ¿Cómo definirías a Marcus Morgan como jugador?
- Soy un jugador de toda la cancha, y amo ganar. Todo lo que hago desemboca en el triunfo. A cualquier lado que voy, generalmente, gano. Soy un jugador de toda la cancha, un hombre de equipo, que ama ganar. Soy así.