Justo a tiempo.

Me daba la sensación cuando promediaba el primer tiempo frente a los platenses que el entrenador canalla no había leído mis últimas notas o que, simplemente, se había enojado conmigo y en forma caprichosa no quería cambiar o no se daba cuenta de que Central jugaba mal. Los primeros 45 minutos fueron espantosos, y, para colmo de males, se hacían otra vez los mismos movimientos y seguían saliendo mal. Chitzoff, ni defiende (por su punta vino el gol visitante) ni ataca, Gómez por derecha de 4 y medio no rinde, los delanteros muy livianos, Franzoia cayéndode siempre, Zelaya sin sentido deambulando y el medio sin ideas. Hasta allí todo conocido. Errores de siempre, pero antes la defensa trabajaba con criterio y corrección. Pero ayer fue un desastre, y lo único antes rescatable - la defensa -, se convirtío en un flan; cóctel muy peligroso. Los de Madelón con muy poco conviertieron, manejaron el medio y, cuando podían, hacián algún avance. Nosotros, atónitos por lo que veíamos, nos dábamos cuenta de que seguir jugando a los centros, a lo ancho de la cancha, tirar pelotazos sin sentido, jugadores en puestos que no rinden, defensa dubitativa y mediocampistas confundidos, llegábamos a la definición de que, si bien hay escasa jerraquía en los jugadores, el problema era casi el 100% del entrenador. Seguía haciendo lo mismo, cada vez peor y nada salía. Ni corrían algunos.
Ahora, el el segundo tiempo,cambió. Sólo corriendo hacia la izquierda al pibe Gómez y adelantándose algunos metros, Central, sin jugar bien, y sin caerle una idea, algo mejoró. Es cierto, casi termina confundiendo a todos con las modificaciones, ya que en dos o tres oportunidades cambió de táctica, y pudo ser peligroso; claro, con los de Madelón atrás no había problema. Menos mal que los equipos del Leo jugan a no perder y feo, porque, si no, se llevaban 3 puntos y una goleada.
Entonces, con los cambios de nombres y tácticos, se pudo. Pero a no confundirse. No se juega a nada... a nada... En los segundos 45, no solamente nadie tenía claro qué hacer, sino además parecía un equipo sin alma, sin fuerzas, sin ideas. Sólo un remate de media distancia, sólo eso.
Entonces ¿porqué no se cambió desde el comienzo?. Sólo Cuffaro lo sabe. Tal vez no quiso torcer el brazo, o demostrar que el sistema no estaba agotado. Pero el resultado lo hizo cambiar. Ya todos conocen como juega Central o qué intenta jugar. Dejo claro que a mi no me gusta. Quiero fútbol.
El empate final me deja una sensación de vacío futbolístico. Ahora habrá que seguir, pero, ahora sí, cambiando el esquema y algunos nombres. Ya todos lo conocen. Así no creo que el objetivo se pueda cumplir. La reflexión entonces es: cambiar no es sinómimo de fracaso, cambiar es darse cuenta de errores e intentar corregirlos. En esta oportunidad, se hizo "Justo a Tiempo".

Fernando González
Periodista
Un toque de distinción.