domingo, 23 de noviembre de 2008

Como un día de domingo

¡Es un afano, suspéndalo!, tituló la revista El Gráfico. 4 a 0 Por demolición, dijo La Capital. Clarín optó por: Central era una fiesta y Newell's dijo basta.

Hace 11 añitos un domingo 23 de noviembre... El sol calentaba las tribunas que se fueron llenando desde bien temprano, lo único que aplacaba un poquito el calor era el viento helado que venía de la tribuna de en frente. Estábamos ilusionados, los 14 puntos de ventaja que les llevábamos en la tabla debían reflejarse en la cancha, pero todos sabemos que los clásicos, "son partidos aparte". Para colmo, veníamos de tres resultados negativos consecutivos (derrotas con Unión y Boca; empate con Platence). Pero las dudas se esfumaron rapidísimo; el "polillita" Da Silva metió el primero y desató el carnaval canalla. El tablero de ajedrez (tal era el dibujo de la camiseta pechifresca) corría sin ton ni son intentando parar a los nuestros, pero todo fue en vano: Central era una aplanadora. Tuvimos que esperar hasta el minuto 35 para que el "Chacho" Coudet anotara el segundo y saliera a festejarlo de esa forma tan particular que repitió hace dos años, esta vez en un 4 a 1. El Gigante se venía abajo, todos intuíamos que este partido iba a ser especial, aunque puede que no nos imagináramos cuánto.
Cuando a los 47 Carracedo anotó el tercero, ya no nos importó el calor ni lo apretados que estábamos en la popu, lo único importante era que Central jugó un primer tiempo de lujo. No queríamos entretiempo, no queríamos que el partido terminara, queríamos que durara eternamente. "Hoy les hacemos 10", le dije a mi amiga.
Los 20 minutos que se pudieron jugar de segundo tiempo alcanzaron para que el "Chacho" casi hiciera un gol de rabona -ahí sí que había que cerrar la cancha e irnos- y
"Petaco" Carbonari liquidara la historia con un bombazo para meter el cuarto y último.
¿Por qué duró tan poco la segunda parte? Porque la única forma que encontró el rival (?) para frenar el aluvión canalla fueron las faltas y las protestas. Y fue así que el árbitro, Roberto Ruscio, expulsó a Dall
a Líbera, Zamora (junto a él también se fue Da Silva), Saldaña y París. Lo vergonzoso fue que después de la última expulsión Zanabria hizo los dos cambios que le quedaban y apenas se reanudó el juego Herrera se tiró al piso y chau, chau, adiós.
Fiesta intermina
ble, delirio, locura...y tristeza. Sí, también hubo lugar para la pena porque si no hubieran abandonado, se comían 6, mínimo. Lo que hubiera pasado...no importa, el partido tenía destino histórico de una u otra forma. Aunque lo épico del abandono hizo que nos olvidáramos rápido la goleada histórica que pudo ser.

El Gráfico publicó refiriéndose al partido: En realidad, esta victoria 4-0 de Central fue la más terrible y humillante paliza que uno de los dos equipos le hay propinado a otro en sus 58 años de enfrentamientos en Primera División. No por la goleada categórica -que incluso podría haber sido más abultada en los 65 minutos que duró el partido-, sino por la manera deshonrosa con la que Newell's le hizo frente a la derrota: rindiénsose, forzando la definisión del encuentro a los 20 minutos del segundo tiempo, rehuyendo a la franca pelea, escapando cobardemente del campo de juego sin el más mínimo orgullo deportivo...

¿Hace falta decir más?




* Créditos fotos: Revista El Gráfico

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