Sin embargo, en la primera fase nadie venció con holgura al nuestro (salvo Ciclista en el Cruce) y con la llegada de Woodward comenzaron a aparecer verios puntos altos en el equipo. Si bien Carnovale dejó de ser el máximo anotador, cumple más que satisfactoriamente como alero; Mártire genera espacios y el Pollo López manda en los tableros; y como si fuera poco, apareció el Palacios que todos querían ver, con el agregado de que Stival, de a poco, deja de ser el descanso para el base para pasar a ser una realidad.
Pasó -y paseó- Sport. Mañana será el turno de San Martín en Marcos Juárez, con pibes que se jugarán el todo por el todo, pero este Central sabe que tiene la chance de quedar en la historia grande del básquet de la zona. Es el único equipo de la ciudad tan arriba, y puede llegar más lejos aún, sin ninguna clase de apoyo oficial y un tibio respaldo de los particulares, excepciones hechas de aquellos empresarios identificados con nuestro club que vienen dándole una mano al básquet desde hace casi un lustro.
De no mediar ningún inconveniente ni zozobra inesperada -la casi partida de D'Angelo es un ejemplo- este equipo hará historia.
Notas relacionadas:
- Palacios, un base ganador.- Woodward, jugando y haciendo jugar.
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